Ha llegado el buen tiempo. Las sudaderas y chaquetas se han replegado al armario y las chanclas vuelven a estar de 'moda'. Casi todas las playas llenas, se afana uno en buscar un cacho de tierra pa él. Y en un lugar ya conocido, me presenté lejos del turismo. He aquí la derecha e izquierda del lugar.
A mi derecha, la torre del Rayo (S.XVI), resto de las necesidades de los antepasados de esta tierra.
Por ahí sube la carretera a Garrucha y Mojacar, desde Carboneras.
Algunas familias andaban por alli, y algunas parejas tal como nosotros. Otros paseaban por un lugar tranquilo. Pero oye, no todo lo que brilla, oro. Si uno de los pocos cachos del Mediterráneo puro está masificado turisticamente, el resto está construido. Y pronto nos puede llegar a nosotros (la crisis del ladrillo ha retenido el negocio, pero el capital sigue existiendo para invertirse en tales cosas). Me refiero a esta cosa que estaba justo detrás de donde yo contemplaba, con tranquilidad, el cielo:
Después de muchos años, y los que faltan, de millones de dinero público que se derrocharán en expropiar y recuperar el lugar (si es que se hace) nadie irá a la cárcel. Destruir el litoral para construir mastodontes crea empleo y riqueza, pero a un coste tan elevado que no merece la pena. Además, cualquier tipo de coyuntura hace decaer el turismo, y por tanto esa riqueza no es segura, ni puede reciclarse como lo haría una industria. Por otro lado, el máximo beneficio queda en manos de los Señores Chorizos que han hecho sus "chanchullos" para poder construir.
Los que vivimos aquí vamos viendo como se masifica turismo y construcción, al mismo tiempo que se revaloriza el suelo de una forma irreal. La culpa no la tienen tan solo los cuatro listos que quieren enriquecerse; también los cuatro tontos que se dejan engañar por la bandera de lo natural y lo maravilloso y a los que luego les encantaría tener un hotel de 5 estrellas al lado de la playa.
Manda huevos, señores.
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